Islandia.- Al encontrarnos con la palabra «turismo», por regla general solemos imaginarnos un lugar para relajarnos, conocer, comer algo exótico y ¿por qué no?, hasta salir de fiesta. Sin embargo, hay otros puntos que suelen pasarse de largo. Como ejemplo, el impacto en las economías locales, la molestia ocasionada para quienes residen en el lugar, cómo se reflejan estos ingresos en el Producto Interno Bruto e incluso las consecuencias medioambientales.
Ante la importancia de mantener a raya los impactos negativos ocasionado por los turistas, Islandia ha dado el primer paso. El país nórdico se encuentra en medio de un análisis sobre cómo pueden ajustar su política fiscal por medio de un impuesto exclusivo para visitantes. El objetivo: obtener los beneficios del turismo, sin dar entrada al sobreturismo.
De acuerdo con un artículo por parte de CNBC, el cambio planteado se dirige a un modelo donde sea el propio usuario quien asuma más de la carga financiera asociada al turismo. Según sugiere el primer ministro islandés, Bjarni Benedkiktsson, la implementación de tarifas variables que podrían ajustarse según la demanda, lo que permitiría controlar el flujo de visitantes en momentos de alta afluencia.
“Nos gustaría inclinarnos más hacia un sistema donde el usuario pague. Al hacer eso, podríamos controlar el tráfico. Entonces, en el punto álgido de la demanda, podríamos tener un impuesto más alto donde podríamos controlar modificando las tarifas tanto dentro del día como entre meses, o durante partes del año. Pero esto todavía está en proceso”.
Bjarni Benedkiktsson, primer ministro de Islandia.
El objetivo central de estas medidas es alcanzar un equilibrio sostenible entre el desarrollo turístico, la sociedad y el medio ambiente. Esto se alinea con un enfoque gubernamental en la creación de un «balance de sostenibilidad» propio para guiar el crecimiento del sector.
Esta no es la primera vez que Islandia considera el uso de impuestos como una herramienta para gestionar el turismo masivo. A principios de este año, se reintrodujo un impuesto turístico con el objetivo de financiar programas de sostenibilidad y contrarrestar los efectos ambientales provocados por una excesiva cantidad de turistas.
Como antecedente, dicho impuesto entró en funcionamiento antes de la pandemia de Covid-19. A partir de entonces fue cuando se suspendió, pero ahora impone una tarifa nominal de 600 coronas islandesas (aproximadamente 80 pesos) a las habitaciones de hotel.
Además, se aplican costos variables a campings, casas móviles y cruceros, como parte de un esfuerzo por equilibrar el crecimiento turístico con la protección ambiental en Islandia.
Anteriormente, ya se había discutido la posibilidad de aumentar los impuestos a los visitantes para mitigar los efectos negativos de la saturación turística en el país, especialmente en términos ambientales y sociales.
Tal vez para muchos no sea de vital importancia el saber si existe un impuesto a turistas en un país tan alejado del nuestro. Lo que sí es importante considerar es cómo por medio de esta estrategia se busca un beneficio para el propio país, y con ello, poner el ejemplo de que su población es prioridad sobre los extranjeros.