Estados Unidos.- Nacida después de un periodo de gran actividad volcánica, con una topografía que incluye cañones impresionantes como el Waimea Canyon, bosques lluviosos, cascadas y playas llenas de animales marinos, Kauai, una de las islas principales del archipiélago de Hawái, es un destino paradisíaco con el que más de alguno soñaría con visitar. Para Mark Zuckerberg, vivir en la isla donde se grabó ‘Jurassic Park’, es casi una realidad, pues ahí están construyendo una enorme mansión que también servirá como refugio post apocalíptico.
La mansión es un secreto a voces del que se sabe muy poco. Los contratistas que han participado en la construcción han tenido que firmar un acuerdo de confidencialidad, pero para una persona tan popular como Zuckerberg, este tipo de proyectos nunca duran mucho tiempo escondidos.
Un paraíso en medio del oceáno Pacífico
Kauai cuenta con una población de alrededor de 70 mil personas ubicadas en una superficie de poco más de 1,400 kilómetros cuadrados, un tamaño comparable con el de la Ciudad de México. Entre dos de sus centros turísticos más destacados, Kapaa y Hanalei, un muro de dos metros se erige para bloquear la mirada de los más curiosos. Guardias vigilan el perímetro de esta misteriosa construcción las 24 horas del día y, de sus puertas, un flujo constante de trabajadores y transportistas circula delatando solo una cosa: algo están construyendo detrás.
Tan misteriosa construcción pertenece a Mark Zuckerberg y su esposa, Priscilla Chan. Según fuentes de WIRED, los planos revelan dos mansiones principales unidas por un túnel que da camino a un refugio subterráneo de 500 metros cuadrados. Dicho refugio, de unos 460 metros cuadrados, cuenta con una sala de máquinas y una compuerta de evacuación, con cámaras por todos lados.
Esta casa no solo parece un resort de verano, sino un refugio en caso de que la sociedad caiga, pues el complejo es autosuficiente. Cuenta con un depósito de agua, con su propio sistema de bombeo, que podría guardar poco más de un millón de litros. El lugar abarca unas 500 hectáreas donde hay zonas específicas para ganadería y agricultura.
Según lo compartido para WIRED, los permisos de construcción de esta obra ascenderían a unos 100 millones de dólares (1,700 millones de pesos), solo para el edificio principal, y la compra de los terrenos habría costado 170 millones de dólares (2,900 millones de pesos). Sin embargo, se piensa que esta estimación se queda por debajo de su precio real.
Control obsesivo de la información
Así como su exorbitante precio, el secretismo alrededor de la obra es inusual, comparable en ambos casos solo con la construcción de bases militares. En palabras de una persona que trabaja en esta edificación, «es un club de la pelea, no hablamos del club de la pelea. Cualquier información que se publique desde aquí, se conoce enseguida«.
Cualquier persona que quiera trabajar en la obra debe someterse a firmar un contrato de confidencialidad, algo que no es un mero formalismo, sino un estricto mandato destinado a cumplirse al pie de la letra. Aparentemente, ya han ocurrido despidos provocados por desacato a la confidencialidad, compartiendo información en redes sociales como Snapchat. Tal es así, que los constructores no se atreven a tomar fotos del lugar.
Pero todo ha escalado a niveles poco comunes, pues en agosto de 2019, un guardia de seguridad del lugar llamado Rodney Medeiros, de 70 años de edad, murió de un infarto en las inmediaciones. El flujo de información está tan controlado que los hijos de Medeiros alegan que no se les informó de cómo murió su padre hasta días posteriores al infarto.
Lo que sucedió fue que tras 12 horas de trabajo, Medeiros tuvo que salir por su cuenta de su zona de resguardo en medio de una intensa lluvia. El fango y el agua imposibilitaron que un vehículo pasara por él, como era costumbre, por lo que el hombre decidió ir por su cuenta. Al comenzar a subir por un sendero elevado, la fatiga y el esfuerzo físico le provocaron un infarto fulminante. Esto valió para que la familia del guardia demandara a una de las sociedades de Zuckerberg por homicidio culposo.
La excentricidad de los ricos
Pero Zuckerberg también ha sabido ganarse a la gente loca. Él y su esposa han participado filantrópicamente con la comunidad de Kauai, pero sobre todo con la clase política del lugar. Durante 2021, ambos contribuyeron con donaciones de 4.2 millones de dólares para aportar a la creación de empleos en la zona, así como 1 millón de dólares para la asistencia contra la pandemia de coronavirus.
Pese a todo, el CEO de Meta va un poco a contracorriente con la de los billonarios de Silicon Valley, quienes acostumbran construir sus «casas para el apocalipsis» en Nueva Zelanda, como Sam Altman, CEO de OpenAI. Esta «casa-resort-bunker» de Zuckerberg se ha establecido como una de las casas más caras que puedan existir en el mundo, ubicada en una isla de ensueño, que dará refugio a uno de los más ricos del planeta en caso de que todo colapse, me pregunto a cuántas personas de Kauai permitirá entrar en ese caso.