Redes.- Exploramos el papel de Johnny Depp en un relato de chocolateros diferente a ‘Charlie y la fábrica de chocolate’; el versátil actor visita otro mundo dulce del chocolate, ofreciendo una perspectiva única más allá de su icónico personaje.
En el universo cinematográfico, Johnny Depp se embarcó en otra dulce travesía en una película que no se trata de Willy Wonka, el icónico personaje de Roald Dahl. Aunque el actor es recordado icónicamente por su interpretación del excéntrico dueño de la Fábrica de Chocolate en la película de 2005 dirigida por Tim Burton, Depp también se sumergió en un fascinante relato que exalta los sabores del chocolate.
En Chocolate, Juliette Binoche encarna el papel de una maestra chocolatera que incorpora un ingrediente secreto a sus creaciones: añade un toque picante a sus dulces para lograr una mezcla vigorizante. Desde los primeros minutos de la película, el director Lasse Hallström dota a la historia de una dulce conciencia de sí misma. La trama se desenvuelve en un idílico pueblo francés, donde los edificios de tonalidades cacao se erigen majestuosamente entre las colinas cubiertas de nieve.
Vianne, interpretada por la actriz francesa, llega a la ciudad y abre una tienda, lo que provoca una inmediata adicción de la gente del pueblo a sus dulces. Sus chocolates y su hija ilegítima escandalizan al alcalde excesivamente piadoso de la ciudad, y asociarse con un gitano del río interpretado por Johnny Depp no contribuye a mejorar su situación.
En virtud de ser una fábula, anticipamos que los personajes de Juliette Binoche y los habitantes del pueblo experimentaran un impacto mutuo profundo y revelador. Asimismo, se sugiere que los encantadores protagonistas, ambos nómadas, entablan una conexión especial y comienzan a anhelar algo más duradero. Sin embargo, lo que no podríamos prever es la inclusión de una trama secundaria que aborda la violencia doméstica, protagonizada por una mujer aterrorizada (interpretada por Lena Olin), quien busca refugio con Binoche.
Esta escena adquiere una tonalidad verdaderamente aterradora, y tanto su resolución como el enfoque humorístico de los intentos de penitencia del marido resultan desconcertantes en el contexto de una película que, por lo demás, está impregnada de dulzura, con sus incesantes representaciones de baños de chocolate que aparecen en pantalla de manera constante. La inclusión de esta trama paralela añade complejidad y capas adicionales a la narrativa, desafiando las expectativas del espectador en un contexto que, a primera vista, podría percibirse como simplemente encantador y reconfortante.