El dolor es «una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con, o similar a, la asociada con daño tisular real o potencial«.
Pero no todos los dolores son iguales.
«Hay una gran cantidad de dolores diferentes, y el dolor de cada persona es distinto», le dijo a BBC Mundo la neurocientífica y experta en dolor Maria Fitzgerard, «pero han sido categorizados en tres tipos».
Eso según la fisiopatología, que estudia las alteraciones de las distintas funciones del cuerpo humano para comprender el porqué de la aparición de diversas enfermedades.
Según la IASP, «el dolor puede clasificarse como nociceptivo, neuropático o, en el caso del dolor crónico únicamente, sensibilización central, dependiendo del tipo de lesión y de la vía fisiopatológica que conduce a la percepción del dolor».
De esos tres, hay un tipo que, aunque nos hace sufrir, tiende a ser útil, y otros dos que ojalá nunca llegues a sentir.
1. El común
El dolor nociceptivo es el tipo de dolor que seguramente conoces, aunque quizás no sabías el nombre.
Bajo él se agrupan «la mayoría de los dolores que sentimos, los más comunes, los que se resuelven», explicó Fitzgerald.
Son aquellos que se producen «porque algún tejido, alguna parte de tu cuerpo, se ha lesionado».
«Puede ser que tengas un moretón, o te hayas roto el brazo, o incluso podría ser que tengas articulaciones inflamadas como con la artritis, pero básicamente algo está herido y eso desencadena un dolor.
«Es horrible, pero sabes lo que es».
Ese tipo de dolores «son parte de la protección de nuestro cuerpo, lo que nos hace descansar, proteger el área y ayudarla a sanar», señaló la experta de University College London.
Así que de estos dolores, se sabe cuál es la causa y cuál es el propósito.
«Pueden ser molestos, pero son muy importantes: una vida sin dolor sería muy peligrosa y potencialmente mortal«.
2. El nervioso
«El dolor neuropático es realmente intenso», señaló Fitzgerald.
Es un tipo complejo de dolor causado por una lesión o enfermedad que afecta el sistema nervioso central, aquel que se encarga de llevar la información al cerebro.
Se estima que afecta aproximadamente a una de cada 20 personas en el mundo occidental, según la Royal Society of Medicine británica.
Una de ellas, la locutora y presentadora de radio de la BBC Fiona Talkington, lo ha descrito como “el grito más fuerte que nadie escucha”.
«Ese tipo de dolor puede ser horrible porque no se siente normal», dijo Fitzgerald.
«Si tuviera que decirte cómo es mi dolor en este momento, se siente como si alguien hubiera tratado de ponerme un traje de bucear cubierto de pequeñas tachuelas muy, muy afiladas», le dijo Talkington a BBC Ideas y la Royal Society.
«También se siente como si hubiera personas taladrando las plantas de mis pies, y mis piernas se sienten muy apretadas».
Talkington a menudo habla de su experiencia de vivir con neuropatías dolorosas desde que se sometió a quimioterapia para tratar el cáncer de mama en 2008, con la esperanza de alentar una comprensión más amplia de ese tipo de dolor y sus efectos, a menudo devastadores, en la vida de las personas.
En otras ocasiones, Talkington, así como otros afectados, describen el dolor como si se estuvieran quemando, o una parte de su cuerpo estuviera congelada, o estuvieran recibiendo descargas eléctricas; en ocasiones, un ligero roce puede causar un dolor intenso mientras que en otras no se siente nada.
«Los expertos clínicos en dolor pueden identificar de inmediato el dolor neuropático debido a estos terribles descriptores«, señaló Fitzgerald.
«A menudo esos dolores no son realmente una señal clara de curación, pues nada se está curando, solamente causan mucho, mucho sufrimiento».
Y, por ahora, no hay remedio, sólo alivio.
«Hay grandes intentos y mucha investigación para tratar de evitar que el sistema nervioso cree estos dolores».
«Mucha gente está trabajando muy duro en ello, pero no se ha resuelto, lamentablemente, así que es una cuestión de tratar de hacerlos menos insoportables».
De estos dolores, se conoce la causa pero no se entiende el propósito.
3. El enigmático
En los dos tipos anteriores, el dolor no es una dolencia independiente sino la respuesta del cuerpo a otros acontecimientos: una señal de que algo anda mal.
Pero esa visión excluye a muchos pacientes, cuyo dolor no tiene un origen obvio.
Es el caso, por ejemplo, de quienes sufren de fibromialgia, una afección cuyos síntomas son dolor crónico generalizado, fatiga, dificultades para dormir, disminución del funcionamiento físico, alteraciones del estado de ánimo y disfunción cognitiva que pueden incluir problemas de memoria, concentración y claridad mental.
«Hay gente que se despierta por la mañana y sienten que les duele todo, y que el dolor no está en un área particular. Y a menudo experimentan con lo que llaman ‘niebla cerebral’, la sensación de que no pueden pensar correctamente», contó Fitzgerald.
«Probablemente es generado centralmente, por el cerebro, pero eso no significa que sea una condición psiquiátrica. Algo sobre la forma en que se procesa el dolor en el cerebro se ha alterado de manera que sienten dolor cuando no hay ningún daño, y eso es muy difícil de sobrellevar».
Como éste, hay otras dolencias para las que «no hay una fuente biológica: no es una articulación inflamada o un nervio cortado.
«Eso no significa de ninguna manera que no sea real. Es 100% real. Lo que pasa es que nuestra comprensión de nuestros cuerpos sigue siendo limitada».
«Ese es el tercer tipo de dolor, que realmente es un misterio».
En este caso, tanto la causa como el propósito son desconocidos.
A pesar del enigma, «la ciencia comenzó a darse cuenta de que no siempre se puede encontrar una lesión cuando alguien está sufriendo de mucho dolor, y en lugar de que los médicos les dijeran a los pacientes que se fueran porque no tenían nada malo, reconocieron que estaban sufriendo», explicó Fitzgerald.
Eso abrió el camino a la posibilidad de considerar que «el dolor en sí sea una enfermedad«.
Pero hacía falta un paso más, y lo dio el grupo de trabajo conjunto de la IASP y la OMS, que desarrolló la 11ª Clasificación Internacional de Enfermedades.
Entró en vigor en 2022 e incluyó un concepto novedoso originado en la idea de que las enfermedades o afecciones a largo plazo asociadas con el dolor crónico deben reconocerse por derecho propio, incluso si falta una comprensión clara de las causas subyacentes.
Le llamaron dolor crónico primario, definido como:
- un dolor crónico, pues persiste durante más de tres meses
- en una o más regiones anatómicas,
- que se caracteriza por un malestar emocional significativo (ansiedad, ira/frustración o estado de ánimo deprimido) o discapacidad funcional (interferencia en las actividades de la vida diaria y participación reducida en los roles sociales);
- y los síntomas no se explican mejor con otro diagnóstico.
En la clasificación del dolor de la IASP según la fisiopatología aparece denominado como «sensibilización central (también conocida como dolor nociplásico)».
Tanto este tipo de dolor como el neuropático, además de preocupar, intrigan a Fitzgerald.
«Creo que el misterio pendiente es ¿por qué un número sustancial de la población sufre de dolor sin ningún propósito biológico obvio?«.