Si hay algo que tienen en común un altar de muertos y un panteón es la Catrina. Conocida también como la muerte o la huesuda, es uno de los personajes que comienza a aparecer entre las calles de distintas ciudades de México, diciéndole al mundo que es tiempo de recordar a aquellos que ya se han ido.
Pese a que es un país, varía dependiendo la región por su comida, sus costumbres e incluso la forma en la que se habla (sí, tenemos varios acentos), pero el Día de Muertos y todos los Santos son de esos escasos días en los que el pueblo mexicano se une para esta celebración de origen prehispánico, tradición que ha quedado impregnada en la cultura popular y que hasta la fecha asombra a propios y extraños.
El Día de Muertos es una de las fechas más especiales del año en México, en el que el país se llena de velas, flores icónicas, calaveras y tradiciones que durante estas dos noches se pasean por la ciudad.
¿Qué es una Catrina y qué significa?
Aunque hay muchos mitos que se relacionan con ella, algunos de los más antiguos corresponden a la civilización mexica. De esta se desprende la existencia de Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl: unos esposos que se encargaban de regir el inframundo y ver –o ignorar– a las almas que llegaban a él. Mictecacíhuatl era conocida por ser la figura femenina que actualmente rige el Día de Muertos a través de su representación en forma de esqueleto humano y vestida de gran señora. Puede ser que su relevancia no era muy elevada entre la civilización mexica, pero una vez al año se les hacía un sacrificio humano. Para comprender su rol, es importante saber cómo se constituía el inframundo.
De acuerdo a esta civilización, una vez que una persona moría, esta se iba a cuatro lugares distintos, dependiendo de cuáles habían sido las circunstancias de su muerte. Al Tlalocan iban aquellos que habían muerto en el agua o si les había caído un rayo; al Mictlán iban si su deceso había tenido causas naturales; al Tonatiuhihuícac iban las mujeres que habían muerto en parto y los guerreros que derramaron su sangre en las filas de combate y por último estaba el Chichihuacuauhco, al que iban los bebés que morían antes o durante el nacimiento.
Se dice que esta fue una de las pocas figuras que sobrevivió tras la conquista, pues se cuenta que los indígenas escondían vestigios de sus antiguos dioses dentro de los nuevos, haciendo pequeños hoyos dentro de la mera de un santo -por poner un ejemplo-, mientras rezaban en silencios las oraciones que para ellos ya eran conocidos. Se cree que el culto a esta deidad se transformó en una mujer en tiempo de la Colonia, pues se le veía rondando los campos y ‘robándole la vida’ a los hacendados que hacían sufrir a ‘sus hijos’- sí, esta pequeña historia de Mictecacíhuatl también tiene una sutil conexión con la de ‘La Llorona’.
Con el paso de los años, la mujer y el inframundo se vieron conectadas por la representación de la fertilidad de la tierra, mostrando que después de ella también había vida, pues para las distintas culturas que se encontraban en México, la muerte no era el fin, sino el inicio de una nueva vida: un ‘nacimiento’.
¿Qué significa la Catrina?
Dependiendo del contexto histórico, esta puede tener y adquirir distintos significados. Para las culturas prehispánicas puede significar la muerte, para figuras como Posada una crítica social; él aseveraba que ‘La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera’; ¿para nosotros? Es una parte de nuestra identidad, una forma de rendirle culto a nuestros muertos y saber que, tarde o temprano, todos seremos llevados por ella, según cuentan nuestras leyendas…
¿Cuál es el origen de la Catrina en México?
Si nos alejamos de las culturas prehispánicas y nos adentramos en tiempos posteriores a la colonización, también encontramos un origen de La Catrina y cómo esta adquirió gran popularidad, convirtiéndose en parte de la historia contemporánea de México.
De acuerdo al experto en historia Alex Heredia, durante los tiempos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz, los esqueletos y cráneos acompañados de textos que criticaban de forma irónica la situación en el país y los hábitos de las clases privilegiadas, se convirtieron en un elemento muy popular entre la población y se reprodujeron en lo que ese momento se llamaban ‘los periódicos de combate’. Algunos de los más populares de ese momento fueron Santiago Hernández, Constantino Escalante, Manuel Manilla y José Guadalupe Posada. Este último trató de acentuar el carácter festivo y el ingenio cargado de crítica que en este momento definía en gran manera al pueblo mexicano.
¿Quién inventó a la Catrina?
José Guadalupe Posada retrató a través de sus calaveras las alegrías y los problemas del pueblo, que en los momentos del Porfiriato, experimentaba una gran diferencia entre los estratos sociales. Aunque actualmente estas calaveras están relacionadas con el Día de Muertos, estos fueron creados originalmente con el fin de dar una interpretación a lo que se vivía en este momento histórico. Recordemos a las calaveras vestidas de gala y bebiendo pulque, ya sea en fiestas de alta sociedad o del pueblo, mostrando que para esta la clase y la cuna daban exactamente lo mismo al momento de que la muerte llegara a cada uno de ellos… esta era la catrina.
Esa referencia popular originalmente tenía por nombre ‘La calavera garbancera’. Que estaba inspirado en los vendedores de garbanzos, un grupo mercantil que pese a que no tenía muchos recursos, aparentaba tener ciertas comodidades, pero algo particularmente singular en ellos es que hacían lo posible por ocultar sus raíces indígenas.
¿Cuál es el origen del catrín?
La obra de Posada tuvo tal impacto que llegó a la obra de Diego Rivera, quien la pintó por primera vez en su mural ‘Una tarde dominical en la alameda central’. De acuerdo a Alex Heredia, la palabra ‘catrín’, definía a una persona elegante y bien vestida, que generalmente se acompañaba de una dama con características similares. Esta fue una referencia de las clases aristocráticas de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Fue así como la calavera garbancera se transformó en la elegante catrina.