Ciudad de México.- Los temores de María Elena Ríos se han cumplido. La saxofonista de Oaxaca, como se la conoce desde que saltó a los medios cuando un hombre la quemó con ácido medio cuerpo, ve ahora cómo el acusado de haber pergeñado la agresión, ha salido de la cárcel. Juan Antonio Vera Carrizal, ex diputado local del PRI y empresario, con quien la joven mantuvo una tormentosa relación, pasará en arresto domiciliario su condena, según lo dictaminado por el juez Teódulo Pacheco. “Con una audiencia maquillada y un acuerdo pactado, hoy, mi agresor ha quedado libre. Esto es México”, ha criticado Ríos en su cuenta de Twitter. “Si lo liberan y se da a la fuga y me mata #QuémenloTodo”, añade la mujer en redes sociales.
Ríos tenía 26 años en septiembre de 2019 cuando un desconocido entró en su casa con argucias laborales y le roció con ácido la cara y medio cuerpo. Al ingresar en el hospital, donde permaneció cinco meses de intervenciones, todavía en la camilla, la mujer llamó a Vera Carrizal por teléfono: “Has sido tú, lo sé”, le dijo. Tiempo después, dos hombres entraban en prisión preventiva, y también el entonces diputado del PRI, acusado de la dolorosa venganza que se tomó contra Ríos cuando ella cortó la relación que mantenían. “Si fue capaz de hacerme esto cuando le dije que ya no quería estar con él, ahora que todas las personas saben lo que hizo, si queda libre, puede atentar contra mí y mi familia”, decía en mayo de 2022, cuando le suspendieron la protección que tenía. Hoy, el miedo se ha multiplicado.
Tanto Ríos como su abogada defensora han acusado al juez Pacheco de dar por buenas las pruebas que presenta el condenado para seguir su pena en casa. “Pretenden hacerlo pasar por enfermo”, dijo la agredida en un tuit.
Las vidas de Malena, como la llaman los conocidos, y de Vera Carrizal se cruzaron en 2017, cuando se abrió una vacante para un puesto en la oficina de prensa del entonces diputado del PRI, en su pueblo de Oaxaca. El saxofón, que estudió en el Conservatorio de Música de Puebla, no alcanzaba para vivir, de modo que la joven tomó otro camino. Él tenía 43 años entonces y el contacto laboral se convirtió en una relación sentimental jalonada de tensiones y celos, que se desvelaban en correos y mensajes que aún guarda la familia: “Eres una puta, una muerta de hambre, sin mí no vas a hacer nada…”, le hostigaba el político y empresario de gasolineras, también dueño de una radio local. En un viaje por Estados Unidos, él la forzó a tener relaciones sexuales, contaría después la mujer. La relación se iba agotando bajo el patrón clásico de la violencia de género: maltratos, rupturas, llantos y perdón. Hasta que llegó el final definitivo y la venganza.
Tres meses pasaron para detener a los culpables, mientras el diputado se exculpaba emitiendo declaraciones en la radio de su propiedad. En ellas, también según el patrón marcado en estos casos, la defensa del hombre consistía en revictimizar a la joven y hacerla culpable de lo ocurrido sembrando sospechas machistas: “María Elena Ríos trabajó conmigo y tenemos una amistad, pero eso no implica nada. Si tienes un estilo de vida sano, así te va, pero si tienes un estilo de vida fuera de lo normal vas a tener problemas”.
En algo tenía razón Vera Carrizal. En un país como México, donde un promedio de 10 mujeres son asesinadas al día por violencia machista, las víctimas no cuentan con la justicia debida. Todo son problemas. Las que logran salvar la vida tampoco ven que sus procesos sigan el curso judicial lógico. Hoy, medio país se sorprende de que el expolítico haya ganado su arresto domiciliario. Y su hijo, Juan Antonio Vera Hernández, también acusado de tentativa de feminicidio, no ha pasado por la justicia. La Fiscalía de Oaxaca llegó a ofrecer un millón de pesos (unos 50.000 dólares) de recompensa por él.
Se alzan voces de mujeres que critican la decisión del juez, también la del gobernador de Oaxaca, Salomón Jara: “Aunque soy respetuoso de las decisiones del Poder Judicial, no estoy de acuerdo con la resolución del juez en el caso de Juan Antonio Vera Carrizal. Debería mantenerse en prisión hasta que se haga justicia para María Elena”, ha dicho en su cuenta de Twitter. “La violencia contra las mujeres requiere el compromiso de los tres poderes del Estado y no podemos ser indiferentes ante esta determinación”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador se interesó por el caso en la primavera del año pasado, cuando fue interpelado por la lentitud de la justicia: “Vamos a pedir informes para ver los avances que hay en las investigaciones y por qué el agresor está en libertad”, dijo. Hoy se podría preguntar lo mismo.
Con información de El País