México.- Cassandra esperaba estos días novedades por el caso del asesinato de su hija, cuando de repente, el domingo, una noticia le dejó sin habla. Miguel Cortés, el presunto asesino, había muerto en el hospital, después de una caída en prisión, según ha informado la policía de Ciudad de México. La familia se había volcado en tratar de recuperar algo de normalidad estos meses, cosa difícil. María José, la hija de Cassandra, era apenas una niña de 17 años cuando fue asesinada en su casa, a plena luz del día, a manos presuntamente del vecino de arriba, Miguel Cortés. Detenido poco después, las autoridades encontraron en su casa restos humanos y diarios que apuntaban a al menos otras siete víctimas, todas mujeres jóvenes. Se convirtió en uno de esos casos que pasan días en los titulares de prensa. Y el domingo de repente, ya no quedaba nada.
Este lunes, la abogada de Cassandra, Erendali Trujillo, ha comparecido ante la prensa en la puerta de la cárcel donde vivía interno Cortés, apodado el feminicida de Iztacalco tras su detención, en alusión a la alcaldía en que vivía. Trujillo ha asegurado que la muerte de Cortés “no equivale a justicia” y que pedirán que se investiguen las circunstancias de la muerte del sospechoso. También se pedirá acceso a la necropsia del fallecido para poder confirmar su identidad, ya que las familias temen que se esté falsificando su muerte. La abogada también ha desvelado un detalle escalofriante. El jueves pasado, el preso había conseguido llamar por teléfono a las familias de sus víctimas para burlarse de ellas.
El proceso por el feminicidio de María José estaba por llegar a juicio, el primero de los casos pendientes contra Cortés. Cassandra lo aguardaba con ansias. No en vano, ella había tratado de detener al acusado, descubierto en pleno ataque contra su hija, cuando ella llegaba de comprar. Cassandra resultó malherida por la embestida de Cortés, que le atacó con un cuchillo. La mujer sobrevivió. En su intento por dibujar la personalidad del acusado, Trujillo había presentado como prueba un perfil psicológico. El documento establece que el detenido era un hombre peligroso para la sociedad y para otros reclusos, un psicópata altamente violento, egocéntrico y narcisista. Esta prueba reforzaba la petición de la Fiscalía de sentenciar a Cortés con la pena máxima de 116 años por el homicidio de María José y el feminicidio en tentativa de Cassandra.
La abogada narra que la prueba del perfil psicológico fue descartada por el juez, Juventino González Ocote, quien acumula acusaciones de mala praxis y de misoginia tras llevar el caso de la cantante Yrma Lydya, asesinada a tiros por su marido en un restaurante de la Ciudad de México. La defensa de Cortés apeló la presentación de esa y otras pruebas para el juicio, retrasando la fecha para que se enfrentara a la justicia. A tres días del aniversario del último asesinato y pese a la constante vigilancia en el Reclusorio, el jueves pasado Cortés consiguió acceder a los teléfonos de algunos familiares de sus presuntas víctimas. Desde una caseta telefónica dentro del penal, llamó a varios, entre ellos a la hermana de María José, Fernanda. “La Fiscalía debería haber activado medidas de prevención. Miguel quería burlarse y le dijo a Fernanda que no se arrepentía de nada, que lo que hizo le satisfacía”, ha detallado Trujillo. Tres días después, cuando tenía una audiencia para vincularlo a proceso por los casos de dos víctimas, fue trasladado a un hospital “tras haber sufrido una caía en su celda”. Horas más tarde, falleció en el hospital por un paro respiratorio, según un comunicado.

María José murió asesinada el 16 de abril de 2024. Pepa, como cariñosamente la llamaba su familia, iba a la escuela por la tarde y se estaba alistando para salir. Cortés era su vecino, vivía unos pisos más arriba. Cuando Cassandra salió del edificio, él se adentró en el apartamento de la familia, en el primer piso. Atacó a María Fernanda con un cuchillo sobre la cama. Su madre, que había regresado a la casa, intentó defenderla, pero el agresor la apuñaló en el cuello y la espalda. Los gritos alertaron a los vecinos de toda la calle, que vieron a Cortés asomarse por la ventana y manchar las cortinas de sangre. Intentó huir escaleras arriba por los rellanos, pero la policía le detuvo y descubrieron el horror al acceder a su departamento. Allí había escondidos huesos humanos, rastros biológicos, un serrucho, diarios personales donde detallaba los asesinatos, identificaciones oficiales de mujeres, teléfonos celulares, discos compactos y una memoria. “Los indicios localizados nos señalan claramente la existencia de un posible feminicida serial, quien estaría relacionado con la desaparición de varias mujeres reportadas ante la Fiscalía de Investigación y Búsqueda de Personas”, señaló el titular de la Fiscalía de la Ciudad de México, Ulises Lara.
Las otras víctimas habían sido novias de Cortés, como Frida Sofía —desaparecida en 2015 y que aparece en fotos en las redes sociales del químico—, o conocidas como Amairany —vista por última vez con Cortés en 2012 y cuya carpeta de investigación contiene declaraciones de su relación con él—. Otras posibles víctimas habrían sido compañeras de trabajo, como la bioingeniería industrial Viviana Elizabeth Garrido Ibarra, que tenía 32 años cuando desapareció en 2018 y trabajaba en un laboratorio donde fue compañera del sospechoso. La antigüedad de los casos, tantas víctimas relacionadas con su entorno a lo largo de los años, incluso entrevistas con los investigadores por las desapariciones, desataron las críticas hacia la Fiscalía de la Ciudad de México por no haber detenido a Cortés mucho antes del asesinato de María José. Ese año, 733 mujeres fueron víctimas de feminicidio en México, según el SESNSP, aunque las organizaciones encargadas de estudiar este fenómeno, como el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, consideran que existe un amplio subregistro de casos y que las cifras podrían ser el doble.
Los esfuerzos de Trujillo ahora se centrarán en conseguir esclarecer las circunstancias de la extraña muerte de Cortés bajo custodia del Estado en el Reclusorio Norte. También busca descubrir cómo pudo obtener los teléfonos de familiares de las víctimas y destapar si hubo omisión por parte de la Fiscalía o si su abogado o algún funcionario le facilitó los datos para que realizara las llamadas. Trujillo está decidida a acceder a la necropsia del fallecido para confirmar que en efecto es él, ya que “hay duda razonable”. El padrastro de María José, muy unido a ella, publicó una carta a los medios de comunicación en la que ha expresado su indignación con el desenlace de Cortés y su temor sobre que su muerte sea una escenificación para evadir la justicia. “Estamos en México, en donde cualquier cosa puede pasar, y en donde hasta no tener la certeza plena de que nos hayan mostrado el cuerpo, la autopsia, o lo que sea necesario dentro del marco legal, yo aún no creo nada, no estoy seguro de que este maldito infeliz se esté pudriendo en el infierno”, reza el documento.

Este miércoles se celebrará una misa en el Panteón Español por María José. Trujillo ha recordado que la familia de la víctima lleva un año sin poder llegar a juicio y que ya no obtendrán justicia. “Al menos si Miguel Cortés hubiera muerto con sentencia de las víctimas que se le saben y de las que no… Ya no lo sabremos, si hubo más mujeres asesinadas se llevó el secreto a la tumba. Yo estoy segura de que no eran solo esas siete víctimas, eran muchas más. Miguel era uno de los muchos asesinos que hay ahí fuera privando de la vida o desapareciendo a mujeres”, ha sentenciado la abogada.