Redes.- Tras perder a su esposa Louise en 1920, el escultor Léonce Evrard transformó su duelo en un homenaje eterno.
En el Cementerio de Laeken, en Bruselas, este humilde trabajador del mármol construyó un mausoleo con un secreto celestial: cada solsticio de verano, un rayo de sol atraviesa una pequeña abertura y proyecta un corazón luminoso sobre la pared donde descansa su amada.
La escultura principal lo muestra a él mismo, en actitud de duelo, con el brazo extendido hacia ese espacio vacío que, una vez al año, se llena de magia.
Un tributo silencioso que demuestra que el amor verdadero puede esculpir incluso la luz.