El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a incendiar el panorama automotriz global. En una entrevista con NBC News, aseguró que no le preocupa que los fabricantes de automóviles suban sus precios como respuesta a su nuevo paquete arancelario. “No me importa en absoluto”, dijo. Se refería al impuesto del 25% que su gobierno impondrá a todos los vehículos fabricados en el extranjero, incluso si sus partes se ensamblan dentro del país.
Las declaraciones llegan en un momento delicado. El anuncio se hizo pocos días antes del 2 de abril, fecha que la Casa Blanca ha llamado el “Día de la Liberación”, cuando entrarán en vigor los nuevos aranceles para una amplia gama de bienes de consumo. Trump insiste en que se trata de una medida justa. Dice que durante décadas el mundo ha “estafado” a Estados Unidos y que ahora solo busca equilibrio. Pero lo que se presenta como una defensa del producto nacional, también podría tener un efecto directo sobre los consumidores estadounidenses.
Cuando se le preguntó si había pedido a los directores ejecutivos de las marcas de automóviles que no subieran los precios, el presidente fue claro: “Nunca dije eso. Me da igual si suben los precios, porque la gente va a empezar a comprar coches fabricados en Estados Unidos”. De hecho, fue más lejos. Aseguró que espera que los precios de los autos extranjeros suban para impulsar la industria nacional. En la lógica del presidente estadounidense: el objetivo no es evitar el encarecimiento, sino que sucederá para beneficiar al fabricante local.
Pero el efecto de esa decisión podría sentirse pronto. CBS News advierte que el incremento en aranceles podría elevar el costo final de un automóvil en hasta 12,200 dólares, más de 249 mil pesos mexicanos. Esto afectaría tanto a autos importados como a aquellos que se ensamblan en Estados Unidos con piezas traídas del extranjero. En teoría, el T-MEC protegería a algunos fabricantes, pero la Casa Blanca aclaró que eso se aplicará solo hasta que se establezca un nuevo procedimiento para revisar las excepciones.
El mensaje de Donald Trump parece más político que económico. En su narrativa, si las marcas quieren evitar aranceles, solo deben fabricar en Estados Unidos:
“El mensaje es: ¡felicitaciones! Si fabrican su auto en Estados Unidos, ganarán mucho dinero. Si no, probablemente tendrán que venir a Estados Unidos, porque si fabrican su auto en Estados Unidos, no hay aranceles”.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos.

La respuesta de México, Japón y Canadá ante los aranceles de Donal Trump
Sin embargo, varios líderes internacionales, que inclueyen a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ya han rechazado su postura. El primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, y el canadiense, Mark Carney, calificaron el aumento como “injustificado”. Carney incluso aseguró que “la antigua relación que teníamos con Estados Unidos basada en la profundización de la integración de nuestras economías y una estrecha cooperación militar y de seguridad ha terminado”.
La entrevista no dejó espacio para interpretaciones suaves. Trump confirmó que los aranceles serán permanentes. Aseguró que solo consideraría negociar si recibe “algo de gran valor” a cambio. El futuro del mercado automotriz estadounidense podría cambiar radicalmente. Si los aranceles se aplican sin excepción, fabricantes, distribuidores y consumidores tendrán que tomar decisiones difíciles. Mientras tanto, Trump sonríe. Está convencido de que, aunque todo suba de precio, lo importante es que ese precio se paga por un auto hecho en casa.