México.-Carlos Romero Deschamps, quien durante décadas fuese el todopoderoso sindicalista del petróleo mexicano, ha muerto la noche de este jueves a los 79 años debido a un infarto, de acuerdo con fuentes del sector.
Su trayectoria estuvo ligada a la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex) donde comenzó a trabajar a los 26 años como un conductor de pipa, con los años logró ascender hasta convertirse en el líder máximo de su sindicato en 1993. Durante más de 20 años estuvo al frente de una organización sindical con más de 100.000 trabajadores. Con su ascenso también llegaron las acusaciones de corrupción, un enorme patrimonio marcado por carros de lujo, una colección exclusiva de relojes Rolex, propiedades en resorts y yates.
Romero era originario de Tampico, Tamaulipas. Estudió la carrera de Contaduría en la Escuela Bancaria y Comercial, pero dejó los balances contables por la vida al interior de la paraestatal y del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Su carrera en Pemex comenzó como chófer de pipas y al interior del sindicato, en 1971, fue uno de los comisionados para la revisión del contrato colectivo de trabajo.
En los años ochenta fue secretario del Interior y Acuerdos y fue electo como líder por primera vez el 25 de junio de 1993, en sustitución de Sebastián Guzmán Cabrera, quien estuvo al frente del sindicato a la caída de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, en enero de 1989. Desde su renuncia, cuatro años antes de la conclusión de su último periodo al frente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), Romero se mantuvo lejos de los reflectores de la política.
El petrolero fue también legislador del PRI. Cinco veces legislador de representación proporcional, en los periodos de 1979-1982 y de 1991-1994. En tres ocasiones fue diputado federal y en otras dos trabajó como senador, en los años de 1994-2000 y de 2012-2018. Durante su gestión fueron numerosos los señalamientos del desvío de millones de dólares a los gobiernos en turno, principalmente al PRI.
En el año 2000 su gestión se vio envuelta en un escándalo de desvíos de recursos del sindicato para la campaña presidencial del entonces candidato priista, Francisco Labastida, caso que se conoció como el Pemexgate. El cúmulo de señalamientos en su contra lo llevó a una dimisión forzada en 2019 ante las pesquisas de la Fiscalía en su contra por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero. En ese momento, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, declaró que el petrolero dejaba su cargo en la paraestatal de forma “voluntaria”.
Polémico, símbolo del sindicalismo posrevolucionario en México, la sombra de la corrupción planeaba sobre él y sus propiedades, pero nunca fue llevado ante el banquillo de la justicia. El nombre de Romero Deschamps estará ligado al de Pemex y al del sindicato que comando en opacidad por 26 años.