Doha, Qatar.- El Día-D en Doha llegó y se fue sin goles. Sin alivio y sin debacles. Las dudas de la víspera son las dudas del post. Guillermo Ochoa extendió su leyenda mundialista aunque sería injusto decir que México extrajo un empate exclusivamente gracias a su hechizo con la gran Copa. La Selección Mexicana maduró el partido, lo trabajó, lo planeó, lo cocinó, pero no bastó. Faltó algo, lo de siempre. Polonia fue una sombra y Ochoa, una efigie. Y, por lo demás, las dudas de la víspera se extenderán también cuatro días. O hasta ocho.
México fue una tormenta de arena. Las placas tectónicas en Doha se movieron cuando el rayo de Lozano no impactó en la puntera de Vega. Después, Polonia neutralizó la amenaza, con más absorción de presión que juego asociativo. La mera presencia de Lewandowski supuso el único virtual peligro: la sensación de que en cualquier momento podía pasar algo. Y casi pasa, cuando Bereznsky se elevó como los rascacielos de Doha. Ese perenne imponderable que persigue al fútbol mexicano casi por destino maldito. En cuanto Polonia pareció haber hallado el modo para desactivar el mecanismo de Martino, Herrera maniobró en el vértice más escorado del terruño polaco y Vega cabeceó con plegaria musulmana. La pelota le susurró al poste derecho de Szczesny.
No mucho después Gallardo rasgó las vestiduras de Cash y, pero el balón de jabón se rehusó a ceder a sus desesperados esmeros. Bereszysnki le quitó el seguro al extintor. Entonces México se regocijó con la pelota, circuló de norte a sur, este a oeste, de La Perla a Al Rayyan, dueño y señor, jeque del Stadium 974, Krychowiak y Kaminski como dos beduinos sin brújula, hasta que Sánchez culminó la secuencia con un disparo sin alma.
¿Quinta Copa del Mundo? 🏆 🇲🇽
Guillermo Ochoa sabe cómo celebrarlo. ⬇️ pic.twitter.com/IHs0okebDm— Selección Nacional (@miseleccionmx) November 22, 2022
Si el primer tiempo apenas tuvo notas, el segundo empezó como un doble bombo de death metal. Pasó que una desafortunada carambola terminó con un desesperado forcejeo de Moreno con Lewandowski, un desbarajuste furtivo. Ganó el mexicano, in-extremis, jadeando, con los vellos del pecho del polaco arrancados en la mano, pero sin el beneplácito del reglamento. Beath sentenció dos minutos después de la acción. Ochoa, que no ataja penaltis, suele rezar el lugar común, adivinó con esa impasible templaza que solo brinda la veteranía las intenciones de Lewandowski, incapaz de romper su particular e inexplicable embrujo mundialista. El ‘Cinco Copas’ ya no es solo Carbajal. El Stadium 974 se estremeció. Doha se estremeció. Doha se movió. El cabezazo estilo Borgetti de Henry Martin, previo disparo de Edson, puso a trabajar a Szczesny una vez más.
En realidad, el penalti de Lewandowksi fue una excepción, una extrañeza. Un parlamento que no correspondía a la lógica del partido. Porque Polonia no volvió a acercarse y México la supremacía en los flancos. Alexis probó con ahínco, sin rendición, mientras Martino insertaba a Jiménez para extender la novela y encontrar asociaciones por delante de Glik y Kiwior, otra llave. Ocurrió que ‘El Lobo de Tepeji’ tropezó como un antílope en la arena cuando se vio custodiado por una guardia de tres polacos. ¡Chícharo!, reclamó la afición en las tribunas, sin dejar atrás el escándalo que marcó el cuatrienio. ‘Las Águilas Blancas’ tuvieron la última palabra. Krychowiak y Kaminski asustaron al Stadium 974. Martino terminó pidiendo el desfibrilador. Y Ochoa extendió su leyenda. El problema es quizá ni con eso alcance.
Sumamos nuestro primer punto en #Qatar2022.
Ahora a pensar y trabajar en el partido del sábado ante Argentina. ⚽️
¡Dale, México! 👊🏻 🇲🇽#MéxicoDeMiVida pic.twitter.com/wmTkskr8LY— Selección Nacional (@miseleccionmx) November 22, 2022